Carta enviada el 29 de junio.
por Dr. Amarguete
Estimado director,
Me opongo a que leer literatura sea obligatorio en los colegios.
En primer lugar, volver la lectura (de literatura) una materia obligatoria, la iguala a otras vulgaridades como comer, lavarse los dientes o aprender a sumar. Un desatino.
En segundo lugar, la obligatoriedad aniquila el placer ¿Cómo amar los libros, si al mismo tiempo castigamos con un rojo a quien no lo lee?
En tercer lugar, yo le aseguro que los adultos actuales no leen porque los obligamos a leer durante su peor época: la adolescencia. Los convencimos de que leer libros era un trabajo forzado, una cosa estudiosa, una tarea exigente bajo las estrictas reglas de la más aburrida disciplina.
¿No deberíamos presentar la literatura lejos de dinámicas escolares punitivitas? ¿Dónde queda el descubrimiento? ¿Dónde queda la rebeldía?
Se me tildará de extremista, pero creo que deberíamos prohibir la literatura entre los adolescentes. Así, generaríamos un verdadero interés en ella: el humano se interesa por lo prohibido. Nacería un interés mucho más genuino que evitar un rojo ¡Qué vulgaridad!
Dr. Amarguete