Carta enviada el 16 de marzo.
por Martina
Y se ahogó en esas palabras que repetía y repetía pero nadie oía,
se sentía como si estuviera tomando 3 vasos de agua,
estaba ahogada,
tan desesperada.
Sin escape alguno,
se moría cada día un poco más,
su cabeza ya dejaba de pensar y su corazón dejaba de latir.
Cada paso era más lento,
las palabras ya no eran como antes,
sin razón alguna ella se desvanecía y desesperados corrían por ella.
Pero el abrazo lo necesitaba cuando estaba bien,
no cuando ya estaba rota,
porque las mismas personas que estaban ahora no estaban cuando realmente las necesitó.
Ella está muerta en vida,
no se reconoce, y ya no sabe quién es,
es una extraña para sí misma y los demás...
Martina