Carta enviada el 24 de febrero.
por Ale
(No tan) Estimado director,
La esencia del Festival de Viña lleva en peligro de extinción desde hace algunos años, y el pasado domingo, con la actuación del comediante venezolano, completó su defunción.
No se trató de otro comediante más que fracasa con su presentación. El asunto va más allá. Porque en las galas anteriores nadie podía asegurar si habría risas o pifias. Pero en esta ocasión, todos sabían lo que iba a pasar, y eso es lo grave.
La organización priorizó el negocio sobre el espectáculo. Ante la decadencia del evento y la poco convencible alineación de este año, la única manera de garantizar una cifra decente de audiencia era apelar al morbo, a la polarización y a la chabacanada.
No se habla de los anfitriones, no se habla de los intérpretes participantes, no se habla de Marc Antony o Bacilos, no, nada de eso. De lo único que se discute es si lo visto en la Quinta Vergara fue mala comedia o xenofobia. ¿Quién gana? La productora y el canal. ¿Quién pierde? El Festival, su esencia, lo que significa como patrimonio para Chile y para el mundo.
Ojalá lo revivan (soy pesimista en esto), ojalá lo revivan y vuelva a ser esa plataforma de presentaciones legendarias de artistas prestigiosos. Y no el espacio para exponer a un comediante sólo por su nacionalidad; en lugar de darle la oportunidad por el merito de su talento, el cual, todos sabíamos, que no existía.
Ale