Seis poemas de Gabriela Mistral

Seguramente, Gabriela Mistral se incomodaría si se enterara de lo importante que es para nosotros. Lo lamentamos, pero no nos arrepentimos. Acá seis poemas fruto de su inmortal pluma. Escríbenos en los comentarios si piensas que nos faltó algún poema ejemplar.
Admin Calavera
22 de junio de 2025

Dos ángeles

No tengo solo un Ángel
con ala estremecida:
me mecen como al mar
mecen las dos orillas
el Ángel que da el gozo
y el que da la agonía,
el de alas tremolantes
y el de las alas fijas.

Yo sé, cuando amanece,
cuál va a regirme el día,
si el de color de llama
o el color de ceniza,
y me les doy como alga
a la ola, contrita.

Solo una vez volaron
con las alas unidas:
el día del amor,
el de la Epifanía.

¡Se juntaron en una
sus alas enemigas
y anudaron el nudo
de la muerte y la vida!

Paraíso

Lámina tendida de oro,
y en el dorado aplanamiento,
dos cuerpos como ovillos de oro;

Un cuerpo glorioso que oye
y un cuerpo glorioso que habla
en el prado en que no habla nada;

Un aliento que va al aliento
y una cara que tiembla de él,
en un prado en que nada tiembla.

Acordarse del triste tiempo
en que los dos tenían Tiempo
y de él vivían afligidos,

A la hora de clavo de oro
en que el Tiempo quedó al umbral
como los perros vagabundos...

País de la ausencia

País de la ausencia
extraño país,
más ligero que ángel
y seña sutil,
color de alga muerta,
color de neblí,
con edad de siempre,
sin edad feliz.

No echa granada,
no cría jazmín,
y no tiene cielos
ni mares de añil.
Nombre suyo, nombre,
nunca se lo oí,
y en país sin nombre
me voy a morir.

Ni puente ni barca
me trajo hasta aquí,
no me lo contaron
por isla o país.
Yo no lo buscaba
ni lo descubrí.

Parece una fábula
que yo me aprendí,
sueño de tomar
y de desasir.
Y es mi patria donde
vivir y morir.

Me nació de cosas
que no son país;
de patrias y patrias
que tuve y perdí;
de las criaturas
que yo vi morir;
de lo que era mío
y se fue de mí.

Perdí cordilleras
en donde dormí;
perdí huertos de oro
dulces de vivir;
perdí yo las islas
de caña y añil,
y las sombras de ellos
me las vi ceñir
y juntas y amantes
hacerse país.

Guedejas de nieblas
sin dorso y cerviz,
alientos dormidos
me los vi seguir,
y en años errantes
volverse país,
y en país sin nombre
me voy a morir.

El amor que calla

Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres, tan oscuro.

Tú lo quisieras vuelto en alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte!

Vergüenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
en la tremolación que hay en mi mano…

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
lo que besaste llevará hermosura!

Obsesión

Me toca en el relente;
se sangra en los ocasos;
me busca con el rayo
de luna por los antros.

Como a Tomás el Cristo,
me hunde la mano pálida,
por que no olvide, dentro
de su herida mojada.

Le he dicho que deseo
morir, y él no lo quiere,
por palparme en los vientos,
por cubrirme en las nieves;

por moverse en mis sueños,
como a flor de semblante,
por llamarme en el verde
pañuelo de los árboles.

¿Si he cambiado de cielo?
Fui al mar y a la montaña.
Y caminó a mi vera
y hospedó en mis posadas.

¡Que tú, amortajadora descuidada,
no cerraste sus párpados,
ni ajustaste sus brazos en la caja!

Estos poemas fueron extraídos de Desolación Tala, disponibles en Memoria Chilena.

¿Conocías este lado de Gabriela Mistral?, ¿cuál fue tu poema favorito? Hablamos en los comentarios.

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