"Como en lo mejor de Neruda, pero solo en lo mejor de él, en Violeta Parra, la más humana de nuestras poetas, hay algo inhumano, es como si su poesía la dictaran otras cosas; la primavera, el invierno, el viento. Si los demás nos llamamos poetas, ella sobrepasa esa palabra y habría que ponerle otra; y si a ella llamamos poeta, los demás tenemos que cambiarnos de nombre. Ella es de otro linaje, de otra estatua".
Raúl Zurita
El hombre que yo más quiero,
en la sangre tiene hiel.
Me deja sín su plumaje,
sabiendo que vá a llover.
El árbol que yo más quiero,
tiene dura la razón.
Me priva su fina sombra,
bajo los rayos del sol.
El rio que yo más quiero,
no se puede detener.
Con el ruido de sus águas,
no escucha que tengo sed.
El cielo que yo más quiero,
se ha conmiezado a nublar.
Mis ojos de nada sirven,
los matan la osbcuridad.
Sín abrigo, sín la sombra,
sín el água y sín la luz.
Sólo falta que un cuchillo,
me prive de la salud.
Amiga soy de la lluvia
porque es un arpa cantora
de alambres y de bordonas
que tuntunean con furia,
amiga de la centuria
de los espacios tesoros
y de los ecos sonoros
que guardan los granizales,
amiga de los raudales
que entonan su lindo coro.
Amiga de la nieblina
que ronda los horizontes,
cordillerales y montes
con su presencia tan fina.
La nieve, por blanquecina,
poblados y soledades,
bonanzas y tempestades
son mis amigos sinceros.
Pero mi canto, el primero
de todas mis amistades.
El humano está formado
de un espíritu y un cuerpo,
de un corazón que palpita
al son de los sentimientos.
No entiendo los amores
del alma sola,
cuando el cuerpo es un río
de bellas olas.
De bellas olas, sí,
que le dan vida;
si falta un elemento,
negra es la herida.
¡Comprende que te quiero
de cuerpo entero!
¿Qué he sacado con la luna
que los dos miramos juntos?
¿Qué he sacado con los nombres
estampados en el muro?
Como cambia el calendario,
cambia todo en este mundo.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!
¿Qué he sacado con el lirio
que plantamos en el patio?
No era uno el que plantaba;
eran dos enamorados.
Hortelano, tu plantío
con el tiempo no ha cambiado.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!
¿Qué he sacado con la sombra
del aromo por testigo,
y los cuatro pies marcados
en la orilla del camino?
¿Qué he sacado con quererte,
clavelito florecido?
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!
Aquí está la misma luna,
y en el patio el blanco lirio,
los dos nombres en el muro,
y tu rastro en el camino.
Pero tú, palomo ingrato,
ya no arrullas en mi nido.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!
Qué pena siente el alma
Cuando la suerte impía
Se opone a los deseos
Que anhela el corazón
Qué amargas son las horas
De la existencia mía
Sin olvidar tus ojos
Sin escuchar tu voz
Qué amargas son las horas
De la existencia mía
Sin olvidar tus ojos
Sin escuchar tu voz
Pero, sin embargo, a veces
La sombra de la duda
Que por mi mente pasa
Como fatal visión
Pero, sin embargo, a veces
La sombra de la duda
Que por mi mente pasa
Como fatal visión
Qué pena siente el alma
Cuando la suerte impía
Se opone a los deseos
Que anhela el corazón
Yo crié un palomo, caramba,
sólo para mi recreo.
Me paso llorando, caramba,
cuando no lo veo.
¡Ay, mi palomo,
tanto que lo amé!
Dejándome sola, caramba,
se voló y se fue.
Él no come trigo
ni tampoco arroz,
sólo se alimenta, caramba,
con mi fino amor.
Me subo a un cerrito, caramba,
por verlo pasar,
lo tapa una nube, caramba,
me pongo a llorar.
En la prisión de la ansiedad
medita un astro en alta voz;
gime y se agita como león,
como queriéndose escapar.
¿De dónde viene su corcel
con ese brillo abrumador?
¡Parece falso el arrebol
que se desprende de su ser!
"Viene del reino de Satán",
toda su sangre respondió,
"quemas el árbol del amor,
dejas cenizas al pasar".
Va prisionero del placer
y siervo de la vanidad;
busca la luz de la verdad,
mas la mentira está a sus pies.
Gloria le tiende terca red
y le aprisiona el corazón
en los silencios de su voz
que se va ahogando sin querer.
La candileja artificial
le ha encandilado la razón.
¡Dale tu mano, amigo Sol,
en su tremenda oscuridad!
¿Qué es lo que canta, digo yo?
No se consigue responder.
Vana es la abeja sin su miel,
vana la hoz sin segador.
¿Es el dinero alguna luz
para los ojos que no ven?
"Treinta denarios y una cruz",
responde el eco de Israel.
¿De dónde viene tu mentir,
y adónde empieza tu verdad?
¡Parece broma tu mirar,
llanto parece tu reír!
Y su conciencia dijo al fin,
"cántale al hombre en su dolor,
en su miseria y su sudor,
y en su motivo de existir."
Cuando del fondo de su ser
entendimiento así le habló,
un vino nuevo le endulzó
las amarguras de su hiel.
Hoy es su canto un azadón
que le abre surcos al vivir,
a la justicia en su raíz,
y a los raudales de su voz.
En su divina comprensión,
luces brotaban del cantor.
El sol me mezquina las horas del día
La noche me puebla todas mis orillas
Así voy rodando como el ave herida
Me levanto, caigo, me paro enseguida
Así voy rodando como el ave herida
El viento me enreda en sus cuerdas frías
El viento me arrastra con fuerza maligna
Si quiere quedarse mi cuerpo allá arriba
Se llenan mis huesos de llamas altivas
El viento me viste, me baja enseguida
Se llenan mis huesos de llamas altivas
El viento me cubre su larga camisa
La luz de los montes todo me encandila
Igual que la mano de terca nodriza
Las nubes me entregan su llanto de arriba
Con la luz y el viento, me alargan la esquina
Las nubes me entregan su llanto de arriba
Con la luz y el viento me paro enseguida
Solitario solo como luna esquiva
Pa'escupir mis penas me falta saliva
La reseca el viento que siempre vigila
Para sepultarme en su negra brisa
La reseca el viento que siempre vigila
Para sepultarme en frías cenizas
¿Por qué será, Dios del cielo,
que no se resigna el alma
cuando nos cambian la calma
por olas de desconsuelo?
Tal vez sea por orgullo
del que recibe la afrenta,
porque la pena es inmensa
de ver desecho el capullo.
Por no escuchar el arrullo
les brota la indiferencia.
Se llora a lágrima ardiente
la ausencia del ser querido,
el corazón conmovido
palpita ligeramente
de verse tan de repente
solito en su gran desvelo,
como un barquito velero
que pierde su capitán
en brazos del huracán
¿por qué será, Dios del cielo?
Todos hablan del verano,
todos de la primavera
de la luna, de la estrella
y del cielo arrebolado,
como si el enamorado
que pondera tanto azul
tuviera en sí la virtud
de la dicha eternamente,
cuando sólo de repente
se escucha el son del laúd.
La tristeza es un infierno
que nos oprime a su antojo,
como pájaro goloso
muerde las flores brillantes.
El alma es el gobernante
que rige las estaciones,
correspondido en amores
el ser se convierte en sol
y en negro el bello arrebol
si el hombre está en aflicción.
En los jardines humanos
que adornan toda la tierra
pretendo de hacer un ramo
de amor y condescendencia.
Es una barca de amores,
que va remolcando mi alma
y va anidando en los puertos
como una paloma blanca.
Permiso para cortar
la flor del comprendimiento,
la yerba de la esperanza,
la hijita del sentimiento.
En el centro de mi ramo
la rosa del corazón,
el árbol más amistoso
y el fruto de la pasión.
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Algunos poemas de esta lista los obtuvimos del libro Violeta Parra Poesía de Editorial UV. Favor no demandarnos.